Con el final de año calculaba de una manera aproximada los huevos, pollos y conejos que nos hemos comido en estos doce meses comparándolo con el pienso que habían comido gallinas y conejos a lo largo del año y otros pequeños gastos que se han podido generar. Y las cuentas salían ligeramente en negativo. Está bien pensé, pierdo algo de dinero, pero a cambio gano salud, sabor y calidad. Pero había un error en las cuentas, no estaba valorando la cantidad de abono que producen estos animales para la huerta.
Cuando empecé a trabajar la huerta, no tenía animales, hacía compost con hierba, deshechos de cocina, restos de la huerta, etc, la cantidad que hacía era pequeña y, sospecho, de no demasiada calidad. Había que comprar compost o fertilizantes. Desde que empecé a tener gallinas primero y conejos después, el montón de compost ha multiplicado su tamaño y la fertilidad de la huerta ha mejorado un montón.
Esta mañana estaba limpiando los gallineros con las conejeras dentro (el raken), el aspecto de los mismos era éste:
estiércol de gallina y estiércol de conejo, hierba y paja que caen de las conejeras, restos vegetales que las gallinas comen y escarban, etc.
Una vez limpio y encamado el gallinero tiene este otro aspecto:
Y lo que ha salido pasa al montón de compost:
El montón de la izquierda está ya preparado para ir a la huerta, maduro, negro y esponjoso.
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