Las frambuesas llevaban unos ocho años en el mismo lugar, y poco a poco han ido creciendo y extendiéndose hasta formar una pequeña sucursal de la selva amazónica. Aunque les he podado cada año, siempre he sido demasiado precavido y si cortaba 100, en la primavera siguiente salían 125, con lo que año a año ha sido más difícil sujetarlas, cosecharlas o tratarlas.
Así que este otoño me he liado la manta a la cabeza y he decidido cambiarlas de sitio, he elegido un borde de la huerta, junto a la malla que la limita, con la intención de que sea más sencillo su control. Por un lado está la malla (y detrás las ovejas … ) y por el otro lado será trabajo mío. Tras elegir las matas de mejor aspecto, hacer los hoyos, plantar y podar, este es el resultado: